Bienvenidos a Andalucía

La fragancia del azahar, el rasgueo de una guitarra flamenca, la imagen de un pueblo encaramado en un cerro... son recuerdos de Andalucía que el viajero llevará consigo.

Una tierra llena de vida

La Andalucía inmortalizada en las óperas y en las pintorescas imágenes del arte del s. XIX -que a veces suele tomarse como sinónimo de toda España- es una tierra de poetas con guitarra, arrojados toreros, heroínas operísticas y cantaores gitanos lanzando jipíos, salpicada de sol y amante de la fiesta. Aunque exageradamente romántico, este retrato simplista tiene una pizca de verdad. Pese a la modernización, Andalucía sigue siendo un lugar lleno de vida donde la magia, como en el buen flamenco, surge cuando menos se espera.

Un adobo cultural

La fascinación que ejerce Andalucía deriva en parte de su singular historia. Durante ocho siglos se halló en la porosa frontera entre dos fes diferentes, la cristiana y la musulmana. Puesta a fermentar como una barrica de jerez, la continua fecundación cruzada ha producido un sinfín de maravillas: mezquitas antiguas convertidas en iglesias; vastos complejos palatinos repletos de yeserías; una gastronomía con toques norteafricanos; y un rosario de altivos pueblos blancos dominando el abrupto paisaje, desde el dédalo de callejas del Albaicín granadino hasta los pueblos que coronan los cerros gaditanos.

Andalucía salvaje

Unos campos de golf sedientos de agua no bastan para avasallar al variado ecosistema andaluz. Muchas zonas de la costa sur permanecen relativamente inalteradas, y en el interior se hallarán idílicos pueblos de agricultores, donde la vida parece no haber cambiado mucho desde los tiempos de García Lorca. El 20% del territorio es parque natural o nacional, y las medidas de protección están reportando beneficios. Avistar un lince ibérico ya no es imposible, y la cabra montesa vive un buen momento. Otro loable proyecto de recuperación son las Vías Verdes, antiguas líneas de ferrocarril reconvertidas en rutas ciclistas y de senderismo. 

El duende

Uno de los atractivos de Andalucía es el duende, esa gracia o encanto inefable que empapa parte del arte español, en particular el flamenco. Podría describirse como un momento de intensa emoción que se siente durante una interpretación artística; es posible descubrirlo si uno se mueve por los sitios adecuados: en una obra de Lorca en un teatro municipal, en un recital de órgano en una iglesia gótica, en la espontaneidad de una peña flamenca o en el extraordinario renacimiento artístico que hoy vive Málaga.

Por qué me gusta Andalucía

Brendan Sainsbury, autor

Aquí fue donde conocí a mi esposa, donde me encapriché para siempre con el flamenco y donde trabajé de guía de viaje unas idílicas temporadas. No es de extrañar que Andalucía ocupe tan destacada posición en mi lista de “sitios favoritos del  planeta”. Para mí su máximo atractivo siempre será Granada, aunque también admiro Sevilla y Málaga, y le tengo cariño a Gibraltar. Como disfrute campestre, me encanta correr por las Vías Verdes de la región, intentando seguirles el ritmo a los ciclistas.

 

 

 

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