Bienvenidos a Países Bajos

Aquí la tradición se entreteje con la innovación: obras maestras del arte, molinos de viento, campos de tulipanes y cafés iluminados con velas coexisten con arquitectura visionaria, diseño de vanguardia y vida nocturna efervescente.

Arte y arquitectura

En un país que vio nacer a maestros como Rembrandt, Vermeer, Van Gogh y Piet Mondrian, el legado artístico es inmenso. Las pinacotecas de Ámsterdam, La Haya, Róterdam, Haarlem y Leiden se abarrotan de arte. La influencia holandesa en la arquitectura abarca más de un milenio, desde obras señeras del románico y el gótico hasta palacios renacentistas, casas románticas con hastiales escalonados y edificios contemporáneos innovadores.

Paisajes

La geografía desempeña un papel fundamental en los paisajes más típicos de los Países Bajos. Más de un cuarto de este territorio queda por debajo del nivel del mar y un 20% del mismo se ha ganado al mar, lo que explica la omnipresencia de los pólderes (terreno ganado al mar) formando hileras. Los vientos constantes del mar del Norte han movido los molinos desde el s. XIII, bombeando agua sobre los diques y moliendo harina, entre otros usos. Unos dos tercios de la superficie del país se destinan a la agricultura, lo que incluye campos de azafrán, narcisos, jacintos y tulipanes que florecen cada año entre marzo y mayo, formando un caleidoscopio de colores psicodélico.

Ciclismo

Con paisajes pintorescos y llanos que atraen al visitante a cada dique, canal, río y franja costera, el pedaleo es uno de los grandes placeres en los Países Bajos. De la misma manera que los neerlandeses prácticamente hacen vida sobre sus fietsen (bicicletas) –muchas solo con frenos de pedal–, el ciclismo es para los visitantes una manera fantástica de desplazarse. Los puestos de alquiler se ven por doquier y hay unos 32 000 km de carriles-bici, así que… ¡a pedalear!

Cafés

Cuando los neerlandeses dicen “café”, quieren decir taberna o pub, y los hay a miles, con terrazas junto a canales cuajados de flores, mirando al mar, escondidos en callejuelas e instalados en la Grote Markt (plaza de mercado) de cada localidad. En un país que valora las relaciones sociales y la conversación, los cafés son lugares para la reflexión y la camaradería, tomando borrel (bebidas) con algún picoteo al atardecer o una comida fabulosa a cualquier hora. He aquí el placer supremo en un café: deleitarse con ese estado del espíritu típicamente neerlandés de gezelligheid (ambiente acogedor, alegría y cordialidad) en un bruin café (café marrón; así llamado por las manchas de nicotina de siglos pasados) ajeno al paso del tiempo.

 

Por qué me gusta Países Bajos

Por Nicola Williams, autora

Como tengo familia en los Países Bajos, este país siempre ha sido para mí un lugar de recalada. Disfrutar de la buena vida en Ámsterdam, maravillarse ante las dunas y la pintura de Van Gogh en el Parque Nacional de Hoge Veluwe, recorrer en bicicleta Frisia y paladear una fuerte beerenburg (ginebra infusionada con hierbas) en una destilería centenaria son algunos de mis momentos estelares. Pero es la actitud neerlandesa ante la vida lo que más adoro. Fusionando la sencillez tradicional del campo con el deseo de diseñar e innovar por el bien de la tierra, este país le tiene tomado el pulso a lo que se entiende por “vivir bien”.

 

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