En este complejo imprescindible se puede repasar la historia imperial a través del conjunto de arquitectura antigua mejor conservado de China.
Qué ver y qué hacer en Beijing
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El símbolo de China; no hay nada mejor que escalar sus empinados muros para gozar de impresionantes vistas de esta fortificación que serpentea por las colinas hasta donde alcanza la vista.
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La realeza china ya huía del calor de la capital en este magnífico conjunto de pabellones, templos y jardines. La colina de la Longevidad ofrece bellas vistas de Beijing.
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Culminación de la arquitectura de la dinastía Ming, sus impresionantes templos y salones contienen una enorme carga simbólica.
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En la plaza más grande del mundo se puede observar a la gente y, al amanecer, la izada diaria de la bandera. Se debe volver para disfrutar de la fantástica luz del ocaso.
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Es imprescindible perderse por los hútòng, las encantadoras callejas antiguas de la ciudad. Es el mejor modo de empaparse de la frenética, divertida y fascinante vida callejera de la capital.
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La eclosión del arte contemporáneo en China empezó en esta antigua fábrica. El arte expuesto es innovador, ingenioso e incluso irritante, pero nunca monótono.
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Uno de los monasterios budistas tibetanos más imponentes fuera de la tierra de las nieves; en este antiguo palacio imperial rezan a diario monjes y lugareños.
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Los pekineses acuden en masa a esta antigua zona de recreo de emperadores para relajarse. Se puede ir en barca por el lago, unirse a un grupo de danza o simplemente ver el mundo pasar.
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En este mercado se venden obras de arte, artesanía y antigüedades, que harán las delicias de los adictos a las compras y los buscadores de tesoros. Hay que regatear.