Historia de Beijing

Beijing imperial

En determinadas zonas de Beijing llenas de centros comerciales y rascacielos, como el distrito financiero y Sānlǐtún, es fácil olvidar sus raíces imperiales. Sin embargo, tras 60 años de profundas transformaciones, la capital moderna sigue estrechamente vinculada a la antigua, una ciudad de emperadores, mandarines y concubinas con sus casas con patio, hútòng y palacios.

Inicios

A principios del s. xv, Yongle, emperador Ming, convirtió las ruinas de la antigua capital mongol en una ciudad imperial. Se construyeron la Ciudad Prohibida y las murallas, y se restauraron los hútòng. Cuando la dinastía Ming perdió el poder, en 1644, Beijing contaba con más de 2000 templos y era una de las ciudades más influyentes de Asia. Los guerreros manchúes que establecieron la siguiente dinastía, Qing, recogieron el testimonio de los Ming y construyeron las murallas interiores que separaban su ciudad imperial (o tártara) de la ciudad china que se extendía más allá.

La evolución de los ‘hútòng’

Los hútòng empezaron a construirse durante la dinastía Yuan [1271-1368], cuando la ciudad estaba gobernada por los mongoles; se cree que la palabra hútòng proviene de un antiguo término mongol que significa “callejón”. Tras su proliferación durante las dinastías Ming y Qing, llegaron a contarse 6000 en la capital. Esta cifra se ha reducido drásticamente en los últimos años, pues se han demolido grandes extensiones de hútòng para construir bloques de apartamentos, oficinas y carreteras. Actualmente se cree que existen entre 1000 y 2000.

 

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