Este itinerario convertirá al visitante en un verdadero experto en la costa albanesa y, tras las horas pasadas en los bares, también en vino, cócteles y –cómo no– en raki. Se puede realizar en un par de semanas, pero con más tiempo se podría hacer un análisis aún más profundo de las características de la arena en las diversas playas, así como una investigación científica de las calitas más recónditas.
Empezaremos en Vlorë (Vlora), pero más vale dejarla pronto, antes de que sus grises hagan mella en nuestro entusiasmo. Pasaremos en coche por el paso de Llogara hasta Palasë, una de las playas más infravaloradas de Albania. Podemos pasar unos días por Dhërmi, para disfrutar de Drymades, Gjipe Beach y Jalë Beach, y hacer alguna excursión en barca para descubrir el litoral. Aquí abundan pubs y bares, repartidos por el paseo marítimo hasta donde alcanza la vista.
Tras unos días cenando pescado fresco y vino blanco, cuando se haya conseguido un bronceado satisfactorio, se puede pasar a Himarë para hacer unas cuantas visitas a las playas públicas de la ciudad y luego tomar los caminos que llevan a Livadhi Beach o a Llamani Beach.
La segunda semana la dedicaremos a Saranda y Ksamil. Aquí, entre Mirror Beach (la playa de los espejos), Pulëbardha Beach (la de las gaviotas) y la bahía de Harta, se pueden pasar jornadas enteras tendido al sol: la única preocupación será decidir cada mañana qué bañador ponerse, que combine con las gafas de sol.