Este itinerario recorre las principales atracciones naturales del norte, alternándolas con destinos de interés cultural. Siete días es el mínimo imprescindible: si se le puede dedicar alguno más, se disfrutará de cada visita con más calma.
En Shkodër (Shkodra) se encuentra el que quizá sea el mejor museo de Albania. Seguramente lo es en cuanto a instalaciones y por la curiosa historia que cuenta, la de las fotos y los fotógrafos de la saga Marubi. Vale la pena pasar tres noches en la ciudad: destinar el primer día al centro, para recorrer los largos y elegantes paseos peatonales, visitar los museos y sumergirse en la vida nocturna, tranquila y dinámica al mismo tiempo; el segundo día lo dedicaremos al castillo de Rozafa, con sus mil leyendas, y a la mezquita de Plomo, que se alza en la llanura aluvial; el tercer día se podría combinar la ascensión al monte Tarabosh con un reconfortante baño en una de las playas del gran lago Shkodër y acabar a lo grande con una buena cena a base de pescado.
Dejando la ciudad, remontaremos el curso del río Drin por carreteras panorámicas hasta llegar a Koman. Aquí habrá que pasar la noche, a la espera de embarcar en el barco que surca las aguas del lago Koman, entre paisajes increíbles, para llegar a Fierzë, punto de acceso al valle de Valbonë. Este valle es un crescendo de paisajes naturales: bosques, el río de color blanco, con pocas casas tradicionales y cumbres cada vez más altas. Donde acaba la carretera asfaltada empiezan las principales rutas de senderismo, de varios niveles de dificultad. Una de ellas lleva a Theth, pero primero conviene descansar en uno de los campings, pensiones o resorts que hay repartidos por el valle.
Si no se tienen ganas o fuerzas para afrontar las 8 o 9 h de dura caminata de montaña, con exigentes desniveles, se pueden rodear las montañas en coche, regresar a Shkodër, y allí tomar la carretera. En Theth se encontrará un ambiente natural. Se puede escoger entre pensiones o campings familiares, hacer excursiones a pie para ver cascadas y pastos verdísimos todo el año y, rodeados de la paz ancestral de estos montes, visitar la misteriosa kulla o torre de autorreclusión de los perseguidos por el Kanun, el antiguo código de conducta albanés.