Cultura

Arte en Kazajistán

Cine

La industria del cine de Kazajistán se remonta a la época en la que Stalin reubicó los mayores estudios cinematográficos soviéticos en Almaty, durante la II Guerra Mundial. Las principales producciones recientes han sido dos epopeyas históricas que fomentan el orgullo nacional: Nomad (2005) y la nominada a los Oscar Mongol (2007). Los jóvenes directores kazajos también están rodando cintas que reflexionan sobre realidades más delicadas. La mejor es Tulpa (2008), de Sergey Dvortsevoy, sobre un hombre joven que regresa de la marina rusa a su vida de pastor en el Betpak-Dala; Song from the Southern Seas (2008), de Marat Sarulu, centrada en las relaciones interétnicas contemporáneas entre kazajos y rusos; y Kelin (2009), de Ermek Tursunov, preseleccionada para los Oscar, conunas escenas eróticas que molestaron a más de uno en Kazajistán.

La película kazaja con mayor recaudación de la historia (1 millón de dólares) fue El estafador (2007), de Akhan Sataev, sobre un joven atraído por el mundo del hampa de la época postsoviética en Almaty. Por desgracia, muchas otras películas kazajas, pese a lograr premios internacionales, son ignoradas por el público nacional, que prefiere las producciones de Hollywood. Timar Bekmambetov, natural de Atyrau (1961), es el miembro más famoso de la industria cinematográfica kazaja aunque ha centrado su carrera en Moscú y Hollywood, en la dirección de éxitos como Guardianes de la noche, Winter y 9. En Harmony Lessons (2013) explora la mente y las relaciones de los adolescentes y fue premiada por su notable contribución artística.

En el Festival de Cine Eurasia anual, celebrado en Astana, se proyectan películas recientes de toda Asia central.

Música y literatura

La música tradicional kazaja goza de gran popularidad; es probable que el viajero la escuche en un concierto, pues en autobuses y microbuses suele sonar pop actual. El repertorio está formado en gran medida por melodías populares: con pocas emociones fuertes, expresa el sentimiento de la vida nómada en las estepas. El instrumento nacional es el dombra, un pequeño laúd de dos cuerdas con una caja ovalada. Otros instrumentos son el kobyz (violín de dos cuerdas), cuyo sonido por lo visto hacía llorar a Gengis Kan, y la sybyzgy (dos flautas unidas). Hay que estar atento a no perderse los conciertos de los grupos folclóricos Sazgen Sazy, de coloridos vestidos, y Otrar Sazy. Roksonaki y Ulytau son grupos que crean una interesante mezcla entre los ritmos locales y otros importados, como rock, pop y jazz.

Los cantantes o trovadores más expertos son los akyns, y sin duda alguna la forma de arte tradicional kazajo más importante es el aitys, un duelo entre dos músicos de dombra que se desafían con letras poéticas. Durante el Nouruz u otras festividades tal vez se vean en directo.

Kazajistán cuenta con un rico patrimonio literario, con cuentos tradicionales, leyendas heroicas, largos poemas narrativos y baladas de amor, transmitidas oralmente y recitadas, como manda la tradición, por un jyrau (poeta lírico).

Arte y artesanía

En época presoviética, los kazajos perfeccionaron la elaboración de objetos relacionados con la vida nómada: maravillosas alfombras, tapices y baúles de madera decorados para las yurtas, joyería pesada, complejos aparejos de montar a caballo y armamento, y espléndidos trajes para ocasiones especiales. Pueden admirarse en cualquier museo del país. Hoy, por desgracia, al igual que sus vecinos, crea poca artesanía y gran parte de lo que se ve es de producción industrial china.

 

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