Si existe algún lugar en Cataluña que se encuentre entre el cielo y la tierra este es el antiguo cenobio benedictino de Sant Miquel del Fai, un conjunto monumental y paisajístico literalmente colgado en el despeñadero que domina el valle del río Tenes. Se trata un monasterio enclavado en la roca, rodeado de un entorno natural de gran belleza y mejores vistas. Destaca el edificio del antiguo priorato, gótico, situado en un rellano donde las aguas del riachuelo Rossinyol descansan antes de caer al abismo; al lado, por un estrecho camino se llega a la iglesia de Sant Miquel, construida íntegramente en la roca, el mejor templo troglodítico del país. Más allá, tras bajar una empinada escalera, se contempla la Cova de Sant Miquel, con estalactitas y estalagmitas, y luego se llega a la cascada del Tenes, que se desploma majestuosa, especialmente después de unas fuertes lluvias; el camino cruza un pasadizo interior en la montaña, y termina en la ermita de Sant Martí, del s. X, cerca de unas espectaculares cuevas o tosques. En la actualidad, el recinto permanece cerrado por obras, pero su reapertura está prevista para el 2020.