Tras curiosear por la casa del dramaturgo Henrik Ibsen en el Ibsen Museet y dar un paseo por el Slottsparken se impone hacer un circuito por el Palacio Real. En el Establo de arte de la reina Sonia se puede contemplar arte contemporáneo y observar de cerca la vida de la realeza noruega.
Toca ahora una pizza, de las que tanto gustan a los noruegos, en el bonito edificio funcionalista de la Kunstnernes Hus, luego se cruza nuevamente la ciudad hasta el mar y se pasea por el Aker Brygge hasta la isla de Tjuvholmen, donde admirar la colección de arte contemporáneo del Astrup Fearnley Museet y visitar el Parque de Esculturas de Tjuvholmen.
Se pone rumbo a Vingen para una cena con vistas en plan informal y degustar algunos de los mejores cócteles de Oslo. Luego se llega hasta Fuglen en busca de más cócteles y de música excelente, y se concluye con una última copa en la terraza de Tekehtopa.