Cruda, sin complejos y fascinante, Palermo es una auténtica aventura urbana. Se maldecirá el tráfico o el inescrutable sistema de recogida de basuras, pero se vivirán momentos de gracia, por ejemplo, al observar los exquisitos techos y arcos tallados de la Cappella Palatina, al escuchar a los fruteros del Mercato del Capo o la armónica perfección de una ópera en el Teatro Massimo, al descubrir tesoros reunidos a lo largo de los siglos en el Museo Archeologico Regionale o tropezar con una fachada barroca en una calle cualquiera.