Por la mañana se exploran otros puntos del casco antiguo: el Museo Nacional de Cerámica, el cercano Museo del Patriarca y las Torres de Serranos, desde donde puede disfrutarse del panorama de la ciudad y el parque del Turia. Luego se regresa al núcleo del centro para almorzar en La Salvaora. Si se va con niños es buena opción visitar por la mañana el Bioparc, en el oeste de la ciudad.
Por la tarde, se cruza el Turia hasta el Museo de Bellas Artes para disfrutar de la obra de los grandes de la pintura española, entre ellos el valenciano Joaquín Sorolla.
Desde allí, hay un corto trayecto hasta Benimaclet, donde cabe pasar la tarde-noche en sus cafés culturales. Si no, se puede probar uno de los restaurantes gastronómicos de Valencia: Ricard Camarena o El Poblet de Quique Dacosta. Si se prefiere una comida más ligera, los mismos chefs tienen restaurantes de tapas cerca: Canalla Bistro y Vuelve Carolina, respectivamente. Después de cenar, unas copas en Café Negrito o Tyris on Tap o música en directo en Black Note.