Hay que dirigirse a los barrios ribereños, bien en tranvía o alquilando una bicicleta. Se explora el barrio marinero del Cabanyal, visitando el Museo del Arroz y parando a tomar una tapa en la maravillosa Bodega Casa Montaña. Después, se da una vuelta por el paseo marítimo a pie o en bicicleta. Cerca de su extremo norte, La Más Bonita es agradable para almorzar.
Por la tarde, hay que ir a La Albufera, al sur de la ciudad (también se puede pasar allí el día y comer un arroz), sin olvidar los prismáticos para ver aves. Se da una vuelta en barca por la laguna y un paseo por las dunas. Antes de regresar a la ciudad se puede ver la puesta de sol desde el Mirador El Pujol.
Si apetece, por la noche se puede volver a Russafa, aunque la zona cercana a la plaza Xúquer también es atractiva. Se puede tomar un montadito si se consigue entrar en Tanto Monta, y luego cenar en el marroquí Balansiya. Después se puede tomar algo en La Salamandra o investigar la bulliciosa vida nocturna universitaria cercana a la plaza Honduras.