Labrados en colinas que se extienden hasta donde alcanza la vista, los bancales de arroz de Yuányáng dan fe de la maravillosa e íntima relación entre el pueblo hani y el sublime paisaje en el que viven. Las intrincadas terrazas suben a modo de escalones gigantes y resultan espectaculares en cualquier época, pero cuando se anegan en invierno y los rayos del sol bailan sobre el agua al amanecer y atardecer, son hipnóticas.