Palma y Sóller son dos destinos excelentes, pero tomar el viejo ferrocarril de madera que traquetea entre ambos es como retroceder un siglo. Escenas de la Mallorca rural pasan ante los ojos como fotogramas mientras el tren atraviesa fértiles valles y asciende  lánguidamente por las estribaciones de la sierra de Tramuntana. Este memorable trayecto a través de túneles y angostos valles antes de acabar en lo alto de la bonita localidad de Sóller es un emotivo recordatorio de que lo  importante es el viaje en sí mismo.