Las islas exteriores de las Vírgenes Británicas son una mezcla maravillosa de reservas naturales deshabitadas, lujosos refugios para ricos y famosos, y paradas de aprovisionamiento para los marinos. Con más de 30 pequeñas masas de tierra donde elegir, aquí se satisfacen todos los gustos: Cooper Island cuenta con casitas asequibles; Norman Island posee un tesoro enterrado y un bullicioso bar flotante, y otras incontables islas –Ginger, The Dogs, Fallen Jerusalem– no ofrecen más que playas y mar azul. Quienes no tengan yate pueden apuntarse a una excursión de un día para visitarlas.