Carente de las construcciones modernas que devoran Provo, Gran Turca representa un paso atrás en el tiempo. Con solo 10,4 km de largo, esta mota en medio del mar es un paraíso escasamente poblado y cubierto de maleza. Allí donde el turismo ha sustituido a la sal como industria principal, hay un gran número de pensiones encantadoras para elegir, las playas orlan la tierra y las calmas aguas azules invitan a un refrescante chapuzón. Con abundancia de peces y un arrecife virgen, el submarinismo es el motivo principal para acercarse a esta isla. Las empresas del sector organizan buceo con tubo y cursos para los que quieren aprender submarinismo.