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Sobre las colinas, y apartada en el extremo más oriental de la provincia de Guantánamo, se encuentra Baracoa, un pequeño pero históricamente importante enclave, extraño incluso para Cuba, por su cambiante clima atlántico, sus excéntricos habitantes y su deseo de ser diferentes. Hay que ver a los lugareños escalar los cocoteros, escuchar a las bandas tocar kiribá (versión autóctona del son) y, sobre todo, disfrutar de una gastronomía picante, pesada e imaginativa, empezando por el dulce cucurucho.