En la plaza de España se inicia el periplo por el parque de María Luisa, con abrevaderos tan auténticos como el Kiosko Abilio.
Tras comer en el Sobretablas se vuelve al parque, ahora a la plaza de América, diseñada por Aníbal González para la Exposición de 1929 y sede del Museo Arqueológico.
Al atardecer se cruza a Triana, y su iglesia de Santa Ana. Para admirar la arquitectura del barrio, nada mejor que una sesión de buen tapeo por bares como Las Golondrinas, Blanca Paloma y Casa Cuesta. Una copa en La Prensa de Triana o, antes de medianoche, con el duende del tablao Lola de los Reyes podrán la merecida guinda a la visita.