Esta ruta, que empieza y termina en grandes ciudades, permite a los visitantes primerizos probar lo mejor de la cultura, el carácter, la arquitectura y los paisajes de Alemania.
Se empieza en Berlín, para conocer sus museos, sus antiguos y atrevidos edificios, y su vibrante vida nocturna. Después hay que bajar a la sensacional Dresde, que luce, orgullosa y hermosa, su esplendor barroco junto al río Elba. Núremberg aguarda más al sur, con su evocador centro medieval amurallado, para después ir a Múnich y rematar un día de visitas a palacios y museos con unas cervezas. A continuación aguarda Garmisch-Partenkirchen, donde se podrá respirar el aire alpino y subir en tren y teleférico al Zugspitze para, al día siguiente, madrugar y ahorrarse así las aglomeraciones que invaden el Schloss Neuschwanstein, en Füssen. Por la tarde, se toma dirección norte hacia la Ruta Romántica. Se puede dormir en Dinkelsbühl o Rothenburg ob der Tauber. Al oeste queda la histórica Heidelberg, con sus románticas fortalezas en ruinas, y al norte, Worms y Maguncia, con sus majestuosas catedrales románicas. Tras pasar la noche en la encantadora Bacharach, se sigue hasta la Ruta del Rin Romántico a través de un paisaje de cuento de hadas antes de visitar la cosmopolita Colonia.