Este circuito recorre la mayor colección de patrimonio chino de la época de la concesión, así como importantes ciudades portuarias.
Desde Beijing, hay que pasar por Tiānjīn de camino a Shānhǎiguān, plaza fuerte de la dinastía Ming en el borde de Manchuria. Más allá de la antigua ciudad portuaria de Xīngchéng, bordeando la costa, se halla la urbana Dàlián, desde donde se puede hacer un viaje a Dāndōng, en la frontera con Corea del Norte, o cruzar en ferri a Yāntái y pasar dos días alrededor de Qīngdǎo. Visitar Shanghái es crucial; calcúlense cinco o seis días para ver los puntos de interés, incluida una excursión a la antigua capital de la dinastía Song del Sur: Hángzhōu. Después hay que bajar al sur por la costa hasta Xiàmén (Amoy) para captar la magia de Gǔlàng Yǔ, empleando la ciudad portuaria como base para explorar las casas redondas en torno a Yǒngdìng. Para terminar, hay que darse un festín de dim sum y conectar con los ritmos de Hong Kong antes de rendirse al encanto portugués de Macao, o seguir por la costa hasta el puerto de Běihǎi (Guǎngxī) y embarcar hacia la volcánica isla Wéizhōu.