El viajero puede sumergirse en la belleza de uno de los variados paisajes de Colombia (playas caribeñas, selva rica en flora y fauna o imponentes tierras altas andinas) o visitarlos todos. Se puede empezar con tres o cuatro días en Bogotá, con su Museo del Oro, uno de los más fascinantes del continente, o La Candelaria, su evocador centro colonial. Luego hay que ir al norte hasta Villa de Leyva y disfrutar de su encanto colonial durante un día o dos. Después, visitar San Gil para hacer excursionismo y rafting, reservándose tiempo para visitar la cercana e histórica Barichara. A continuación, tomar un autobús de larga distancia en Bucaramanga hasta Santa Marta. Allí vale la pena disfrutar de la excursión a pie de varios días hasta la Ciudad Perdida o relajarse un día o dos en las playas del Parque Nacional Natural (PNN) Tayrona. La siguiente parada es Cartagena; harán falta unos días para gozar de esta ciudad colonial.
Tomar un autobús o un avión hacia el sur para pasar una semana explorando Medellín y la Zona Cafetera. Uno puede disfrutar de las reservas naturales alrededor de Manizales antes de poner a prueba su condición física entre los picos del PNN Los Nevados. La siguiente parada es el valle de Cocora, donde hay que visitar una finca de café cerca de Armenia y abastecerse de granos de café de origen único.
Se puede pasar la noche en Cali con sus animados locales de salsa, e ir hacia el sur a través de la Popayán colonial hasta las ruinas arqueológicas de San Agustín y Tierradentro, dos de los yacimientos precolombinos más importantes donde vale la pena pasar unos días. Luego toca volver a Bogotá por el desierto de la Tatacoa y volar a Leticia, donde aguarda un paisaje muy distinto. Vale la pena pasar unos días explorando los tres ecosistemas amazónicos: terra firme (seco), várzea (semiinundado) e igapó (inundado) a lo largo del río Yavarí, el mejor lugar del Amazonas para observar la fauna en su hábitat natural. Se puede volver volando a Bogotá o, desde Tabatinga, al otro lado de la frontera con Brasil, adentrarse aún más en el Amazonas en barco por el río hasta Manaos (Brasil) o Iquitos (Perú).