Este viaje de 700 km por New Brunswick y Quebec permite conocer una parte del Canadá francés. El inicio es Caraquet, donde es posible sumergirse en la cultura acadia gracias a los lugares históricos y a la gastronomía local, como los pets de sœur (“pedos de monja”). En agosto, el Festival Acadien se adueña de la ciudad con sus violines.
Hay que dirigirse al este, atravesar Campbellton y cruzar a Quebec. Rimouski, a orillas del río San Lorenzo, es la meta. Se exploran sus interesantes museos y cafés, y se hace una excursión de un día a la península de Gaspé por la Rte 132, viendo pasar banderas acadias, aldeas agrícolas y orillas rocosas.
Un ferri cruza el río de Rimouski a Forestville, desde donde se puede ir a Tadoussac, una ciudad pequeña y bohemia al sur. Allí, salen lanchas para observar los rorcuales azules que patrullan la zona. El viaje termina en la evocadora ciudad de Quebec. Hay que alojarse en una posada acogedora, pasear por el laberinto de callejuelas del casco antiguo y tomar algo en los cafés.