Se descubre una zona más tranquila de la medina entre los derbs (callejones) que salen de la Rue Bab Doukkala, antes de entrar en el Henna Cafe a tomar un té a la menta y hacerse un tatuaje de henna en las manos. Se da otra vuelta por los zocos para comprar recuerdos y se descansa en el jardín de Le Jardin Secret.
Cuando ya se hayan hecho todas las compras, se come en el Souk Kafé y entonces se hace lo que hacen los marrakechíes para combatir el calor: ir al centro para pasar la tarde nadando en una piscina o tumbados a la sombra de una palmera. El Beldi Country Club es perfecto para los pies cansados de recorrer los zocos.
Tras todo este relax, es hora de volver a la vida de la medina gozando un poco más de la magia de Yamaa el Fna. Hay que comer caracoles, ver músicos y acróbatas atrayendo a la gente que pasa, cenar en uno de los puestos de comida de la plaza y disfrutar por última vez de la locura de este espectáculo al aire libre.